Diario de una Estudiante de Medicina Parte I: Las marcas del Tacto
Diario
de una Estudiante de Medicina Parte I
Las marcas del Tacto
Me
encuentro a semanas de finalizar mi pregrado en medicina y lo único que hago es
pensar en todas las cosas que he vivido a lo largo de mi carrera, pero esas
cosas que no tienen que ver con los grandes libros y los nombres raros de las
materias que suelen ser un valor cultural del o la estudiante de medicina sino
de las cosas que la práctica médica ha hecho de mi como profesional, entre esas
cosas hay una especial que no permite que mi mente se despegue de esos momentos
en dónde he visto su práctica: el tacto.
El
tacto se realiza anal o vaginal, evidentemente el primero se realiza tanto en
hombres como mujeres, el tacto vaginal supuestamente puede ayudarnos en la
identificación de las características de la pelvis de una mujer embarazada para
analizar si es una pelvis apta para el parto vaginal, también se realizan de
rutina muchísimos tactos durante el trabajo de parto para identificar el grado
de dilatación y borrado del cuello uterino para la salida del o la bebe, deseo
hacer hincapié en muchísimos tactos porque el doble discurso de nuestra
práctica médica no halla donde meter los dedos. Por un lado, en las salas de
parto de nuestro país nos vestimos con mono quirúrgico el cual debemos
quitarnos si vamos a salir del área, usamos gorro, cubrebotas, tapabocas, guantes, todo,
en fin de no contaminar-nos nuestro sitio de trabajo: los genitales de la
mujer parturienta. Por más que intento entender que nuestra vestimenta y normas
de anti-sepsia es en aras de prevenir la contaminación de la parturienta, cada
vez me convenzo de que se trata de no ensuciar nuestro saber con sus fluidos, ya
que al mismo tiempo, hacemos innumerables tactos vaginales durante el trabajo
de parto aumentando considerablemente las
probabilidades de contaminación y ascenso de microorganismos por el canal
vaginal ya sea porque hemos roto las membranas de forma artificial, como también
es una práctica rutinaria, o que haya ocurrido espontáneamente, esto nos preocupa a tal punto que terminamos
dejando la historia médica en blanco para posteriormente inventar los datos
pertinentes que muestren una i-realidad clínica de las condiciones de la mujer
parturienta, de tal forma que nos impresiona la cantidad de recién nacidos y
nacidas potencialmente sépticos en nuestras salas de parto y el sacrilegio de
escuchar a las mujeres humilladas y además, violadas por estudiantes de pre y
post-grado.
Por
su parte, el tacto es procedimiento de rutina en otros servicios, como por
ejemplo en cirugía el tacto anal y/o vaginal a hombres y mujeres, se realiza de
forma rutinaria en nuestro hospital, repito que se realiza de forma rutinaria
porque esto quiere decir que todas las personas que pasen por este servicio y
que por alguna razón deba ser sometido/a una cirugía se le debe practicar los
tactos, el tacto anal puede tener un valor para detectar presencia de masas, o algún
plastrón apendicular, colecciones en el fondo de saco, hiperplasia prostática,
hemorragias gastrointestinales, entre otros, mientras que el tacto vaginal se
realiza con fines de explorar la posibilidad de alguna alteración de pelvis.
Nuestros servicios no cuentan ni con el espacio ni con el recurso humano
necesario para realizar un tacto de forma privada, sensibilizada y consentida de estos
procedimientos. Realizarlo de forma pública, con la presencia de estudiantes de
todos los géneros, con otros pacientes, con camilleros, paramédicos, gente vendiendo
café, cigarrillos y familiares entrando y saliendo a cada segundo al mismo
espacio, además no explicándole a la/el paciente lo que se le va a realizar
viola sus derechos y su integridad personal. No me permito olvidar el rostro de
un disfrute morboso de un residente de tercer año de cirugía, quien
evidentemente llegó para humillar y violentar la integridad psíquica de una
residente del primer año y luego de su brillante tarea, se dedicó a una
paciente que presentaba una evidente apendicitis, estaba lista para ser subida
a quirófano cuando él se colocó un guante de látex blanco estéril, sin decir
nada abrió las piernas de la paciente e introdujo sus dedos en su vagina, se movió
dentro de ella unos segundos y los extrajo para que en menos de lo que ella
pudo respirar, introducirlos en su recto, la paciente ahogó su respiro, frunció el ceño con dolor pero sin chistar. El
residente sacó sus dedos, ésta vez se les quedo viendo unos segundos
inspeccionando el guante, se lo retiró ordenando que fuera subida inmediatamente.
El
tacto de forma rutinaria tiene una representación en nuestra práctica médica, que
es una práctica que no se reduce a curar la herida, sino que atraviesa una expresión
de la medicina que no se hace preventiva para el bien colectivo o de los/las
pacientes, se vuelve preventiva, claro, pero preventiva de las consecuencias legales
que puede llevar pasar por alto alguna condición de un/a determinado paciente
que pueda afectar y complicar nuestros procedimientos autorizados por la
ciencia. Nuestra medicina hace tiempo dejó de velar por la gente y empezó a
velar por nosotros mismo, la rutina de nuestras prácticas en muchos casos
innecesaria responde a la lógica del “por si a caso”, “si se complica”, “si
ocurre esto”, “si le aparece”; nuestra prevención es por nosotros/as mismos/as
como gremio. Curiosamente ninguno de estos procedimientos se llevan a cabo en centros
hospitalarios privados a menos que realmente se sospeche y se tenga indicación,
también curiosamente nadie nunca habla de esto, sólo se reproduce “por si a
caso”.
Bibliografía:
MedilinePlus: Indicaciones de tacto rectal
Temas de
actualización del Manual de procedimientos de diagnóstico y tratamiento
en Cirugía General. Apendicitis aguda: clasificación, diagnóstico y
tratamiento Dr. Lázaro Quevedo
Guanche1
Precisamente por cosas "así" yo opte por una cesárea electiva. No se si me equivoqué, pero no quise pasar por lo que describes... existe un vacío de vocación en nuestra sociedad :(
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