Reflexiones Feministas: El tiempo de las mujeres es ahora
El tiempo de las mujeres es ahora
Las mujeres nos levantamos todos
los días a realizar nuestras jornadas, incluidas las domésticas pues también
son jornadas laborales, ¡vaya que lo son!, contando siempre en algún rincón de
nuestras conciencias con la pura convicción de que nosotras y solo nosotras
somos las dueñas de nuestras vidas. Todo
ello se mueve en mi mente, en un pensamiento muy dinámico, hasta que encuentro
en medio de toda la trama de incertidumbre a Simone de Beauvoir con sus
oraciones exactas, justo las pertinentes para la mitad (o más) de la población
del mundo:
“Plena
conciencia y plena posesión de mi”
“camino
hacia mi yo del futuro que se que no me traicionará”
Uno
de los mayores miedos de Simone era precisamente abandonarse a ella misma,
vivir en función de otra persona, sentirse tan incompleta que la única solución
posible era ser parte de aquella persona que sí estaba completa. De esto sólo
nos retumba una y otra vez la realidad de las mujeres: no vivimos para nosotras
mismas y estamos muy lejos de hacerlo. Con ello no me refiero únicamente a que
las mujeres en el mundo vivimos a través de nuestra pareja, de nuestros hijos y
nuestras hijas, no, las mujeres vivimos para lo otro, siempre para lo otro.
He
escuchado a mi mentora decir durante muchos años que el feminismo es algo que
se mueve más allá de la militancia o activismo académico, político, individual
o colectivo, es algo que desborda todas las estructuras, las derrumba pero que
sobre todo, el feminismo es en esencia inventarse
la vida. Pensar o hacer feminismo es realmente inventarse la vida porque
definitivamente aquella que nos han enseñado, la que hemos aprendido y
reproducido históricamente es la misma que socava y agrede nuestras existencia y la misma que se estructura a partir de relaciones de poder
diferenciales para hombres y mujeres; es como si, no importa que tan importante
sea nuestro nivel de conciencia frente a esta estructura social, “lo otro”, eso
otro a través del cual nos toca vivir, se escurriera en nuestros días y nuestra
capacidad de problematizarlo se resume a la mera disertación existencialista e
individual en donde tratamos de dibujar un panorama de que lo que somos y
queremos que sólo diseñaron los hombres como sujetos políticos y que sólo es
alcanzable únicamente desde su misma lógica de arquitectos de sistemas
masculinos. La pertinencia histórica en este lado del mundo del hacer/pensar
femenino se produjo hace varias décadas, con altísimos precios para la vida de
muchas y con la fractura de muchas bases neurálgicas del poder masculino pero,
¿estamos viviendo por y para nosotras? Evidentemente son millones las mujeres
que no cuentan ni imaginan la mayoría de nuestros casi “privilegios”, pero
incluso encontrándonos en otra realidad social, igual de opresiva pero al final
con ciertas diferencias que abren algunas brechas para la igualdad, “lo otro”
se interpone entre nosotras mismas.
Cambiamos
el discurso, visibilizamos nuestro trabajo y todas las discriminaciones y las
formas de violencia a la que estamos sometidas, se logran abrir pequeños
agujeros desde los cuales entra la luz, una luz feminista que nos abraza, pero
sin embargo, al tiempo, nos damos cuenta de lo terrible, estructural e
individualmente dañadas que nos ha hecho el patriarcado, su triunfo: se
perpetúa en nuestra personalidad. De repente nos damos cuenta de que a pesar de
muchas reflexiones, vemos a las mujeres sentirse más cómodas en la
invisibilidad, mujeres que siente más confianza en los niveles más bajo de los
espacios públicos o dentro del hogar, mujeres que salen a estudiar y regresan a
la labor privada. Nos han robado nuestra propia identidad de mujer, nuestra confianza, “lo otro” se ha hecho de nosotras y
el resultado es mas abrumador que la misma acción directa o indirecta del patriarcado.
El
respeto hacia nosotras mismas, con la mirada a esa estructura social desde la
equidad que tanto soñamos y por la que tanto luchamos, empieza y termina desde
el reconocimiento de nosotras mismas para nosotras mismas. El tiempo de las
mujeres es ahora.
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