Sobre la muerte de la literatura
Entre las diferentes posiciones que pueden tomarse para leer, hay una que no suelo tolerar por demasiado tiempo, es la de acostarse boca arriba y sostener el libro con los brazos levantados. Me resulta indudablemente incomodo porque a los minutos puedo sentir la poca circulación sanguínea en los brazos y la frialdad de los dedos, sin embargo, ésta vez tomé (por no dejar) un libro que leí hace tiempo, no recuerdo si lo compré o fue obsequio de alguna persona, el detalle es que es uno de esos libros que tiene el tamaño perfecto de libro, que no incomoda sostener o mantener abierto, que tiene la coloración perfecta de sus páginas tintadas de amarillo por la oxidación, que tiene la textura de hojas porosas y gruesas, de letras oscuras y olor perfecto de libro, ése olor de libro que es simplemente armonioso; muy rápidamente reposé mi espalda en un mueble, aparté mi cabello del cuello para no halarlo y veía la plenitud del techo blanco sin ningún punto de color gracias a mi posición ac...